Hola amigos, ¿Cómo lleváis la cuarentena?, antes de contaros la etapa, os voy a poner el enlace del blog «Devoradores de mundos» donde hay una reseña sobre mi libro «Las lágrimas de la noche», del que estoy poniendo unos pequeños trozos. Éste es el enlace.

CUARTA ETAPA DE MI ASCENSIÓN AL KILIMANJARO.
El día amaneció con sol, cosa que nos animó ya que ese día sería largo y con un desnivel acumulado de 1.500 metros. Para empezar, delante de nosotros teníamos la pared de Barranco Wall, 200 metros de desnivel por la roca, que debíamos de subir para continuar camino. Una vez arriba, las vistas eran formidables. al fondo se veía el monte Maru. Ante nosotros el sendero que nos llevaba hasta Karanga Kamp 3.995 metros. Pero antes de llegar tuvimos que ascender una fuerte pendiente. Después de comer seguimos camino hacia Barafu Kamp 4.673 metros, donde llegamos al anochecer. Justo a tiempo de cenar, preparar la ropa para esa noche que a las doce nos levantarían para comenzar la ascensión del Kilimanjaro.
Os dejo el momento en que caen en poder de Gronk, el oso de dos cabezas, los amigos de Cintya.
–Date prisa, esta armadura debe de estar lista para mañana por la mañana, o morirás –retumbaba en la cueva.
A quien así gritaba era a Torks el padre de Cintya, el cual trabajaba a regañadientes obligado por los secuaces de Porspick y con la voluntad entregada por la droga. Entre ellos el propio Gronk, que azotaba al herrero cada vez que pensaba que bajaba el ritmo, lanzando grandes carcajadas.
–Debemos darnos prisa. Si Porspick obtiene su armadura no habrá forma de detenerlo –comentó Falarick horrorizada por lo que acababa de escuchar.
–Es cierto, como Tangursk no llegue pronto con la niña estaremos perdidos –contestó Inmalick.
–Chist –susurró Inmalick.
El ruido de unos pasos las alertó. Sonaban cerca, muy cerca. Pensaron que podían ser de cualquier sicario de Porspick, sólo al ver a los dueños de las pisadas respiraron. Eran Mondevuck y Pounduck.
–¿Han llegado Tangursk y la humana? –preguntó Mondevuck.
–No –respondió Inmalick.
–Y como no lleguen pronto estamos perdidos. Mirad… –añadió Falarick señalando la gruta.
Todos miraron hacia la cueva a la vez que asentían con la cabeza. Absortos en lo que estaban observando, no se percataron de que estaban siendo rodeados por un pequeño ejército de jinetas.
–¿No queréis pasar?, aquí hace frío –dijo con cinismo una de ellas.
Sin previo aviso se echaron sobre ellos. La lucha fue feroz, pero corta. Al cogerlos por sorpresa, apenas tuvieron tiempo de reaccionar. Moundevuck cayó bajo el peso de una, que mostraba sus grandes colmillos amenazantes ante los ojos del gnomo indefenso.
–Quieta –gritó una de las jinetas–, Porspick los quiere vivos.
Con desagrado, cerró la boca, pero sacó sus uñas amenazantes indicando a Moundevuck que no hiciera nada. Éste, con amargura, se rindió. Inmalick y Falarick no tuvieron mejor suerte. Intentaron emprender el vuelo pero las zarpas de sendas jinetas las arrojaron contra el suelo como si fueran dos polillas. Al instante colocaron sus patas sobre ellas aprisionándolas. Pounduck ni siquiera lo intentó. Su avanzada edad y la imposibilidad de escapar le aconsejaron reservarse para mejor ocasión.
–Bien –comentó una–, ahora que nos hemos divertido un poco debo deciros que os están esperando, así que andando.
La comitiva inició la marcha. Escoltados entre las jinetas los cuatro miembros del Consejo del bosque de Tangará caminaban cabizbajos. Ignorantes de su suerte, su único pensamiento era sobre el futuro del bosque. Poco a poco se acercaron a la cueva de Gronk.
–Hombre, visitas –gritó con satisfacción Porspick–. Atended como es debido a nuestros invitados. Encadenadlos y traedlos aquí para que estén en primera fila y no se pierdan el honor de ser los primeros en probar el filo de mi espada.
Espero que os guste. Os recuerdo que podéis leer mi libro «Historias de una tierra» «GRATIS», si vais a Biblioteca, pinchais en el libro y luego en el enlace de Google Book play.
Aquí os dejo unas fotos para que veáis el paisaje.













Bueno, me despido hasta el próximo día.
Un riojano esperanzado.
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