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Antonio Buzarra

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En qué me inspiro para la descripción de los bosques.

Hola amigos, hace unos días unos amigos de Facebook me hicieron una pregunta y un comentario.

La pregunta fue, ¿Dónde poder encontrar tus libros?

Es muy sencillo en mi página web, en la biblioteca, podréis encontrar información sobre ellos, incluso podéis bajaros un poco de él, y si queréis comprarlo allí os da toda la información.

Respecto al comentario, el cual fue, «Ya veo que te gusta la naturaleza, a mí también me encanta»

Pues bien, os diré que desde muy pequeño he disfrutado del bosque, de la montaña, he ido a coger setas, me ha encantado observar la aves, y las maravillas de muchos rincones especiales que hay en nuestros bosques, como éste que os dejo ahora.

Quién no ha perdido la noción del tiempo en zonas surcadas por el agua que parecen sacadas de un cuento.

Lugares mágicos que parecen túneles hacia otros mundos.

O piedras encantadas.

Como podéis ver lugares maravillosos, que me han ayudado a describir escenas de mis libros, como éste trozo de mi libro «El misterio de Grandstack»

Aquella era una zona de pinos altos y esbeltos, los cuales con sus hojas perennes, constituían la primera línea de defensa del bosque; el viento mecía las copas con suavidad, circunstancia que aprovechaban los rayos del sol para burlar las defensas de sus agujas y así atravesar el bosque hasta el suelo. Pero esto tenía otra ventaja, pues los rayos que conseguían atravesar la verde cubierta resaltaban y avivaban los colores del suelo en una explosión de luz sobre el fondo del verde general, multiplicándose por mil sobre las hojas antes de acabar desvaneciéndose. Una alfombra marrón de hojas secas, producto de muchos años, le servían a ella para amortiguar sus propias pisadas, dejando sólo el sonido de su acelerado corazón.

O éste otro de mi libro «Tras el ojo de Akarin»

La creciente humedad hacía que miles de especies de plantas, como las Bromelias, apareciesen en las ramas de la arboleda baja. Con sus pinceladas rojas, rompían la monotonía del verde. Lianas, de múltiples tamaños y formas, se multiplicaban cortándonos el camino. Esto, junto a los lapachos que se apelotonaban impidiéndonos el avance, nos hacía muy difícil el caminar. Aquella belleza apenas superaba el sufrimiento y el esfuerzo que nos costaba para avanzar un metro por aquella espesura. Parecía que, como las higueras estranguladoras, aquella vegetación intentaba atraparnos allí mismo.

Siempre he disfrutado con las montañas. Hay gente que les gusta más una estación que otra. A mí no, me gustan todas, todas tienen su encanto especial.

El invierno, con esas ramas desnudas de las hayas, los robles, y muchos más, que parecen esqueletos sobre el manto blanco de la nieve.

La primavera, con esos suaves colores que comienzan a borrar el gris del invierno, transformando los esqueletos en bellas criaturas.

El verano, con la apoteosis de los colores, que parecen rivalizar entre unos y otros.

El otoño, con la lluvia de rojos, amarillos, ocres, de las hojas que alfombran los bosques incendiados por los rojos de muchas especies.

Como veis, nada tiene desperdicio. He pisado las cumbres más altas del Pirineo, y la de España al subir el Teide. También he pisado la cumbre más alta del norte de África, y su techo al subir el Kilimanjaro. He disfrutado mucho, pero también he sufrido, pues me han tenido que rescatar con un hombro roto a tres mil metros de altura, en el helicóptero de la guardia civil, a los que les doy las gracias más sinceras.

Experiencias que me han servido para luego plasmarlas en mis libros, como ver arder las cumbres del pirineo con las últimas luces del atardecer, o ver las noches estrelladas a casi tres mil metros, o el amanecer a cinco mil doscientos metros de altura sobre el Kilimanjaro. En fin, me despido, porque sino tendría para otro libro. Pero no lo voy a hacer sin dejaros una foto de la cima de los Pirineos que más me gusta, el Neuville en los Pirineos franceses.

Hasta la próxima. Te recuerdo que podéis leer GRATIS estos días «Historias de una tierra» en la biblioteca de la página, pinchar en el libro y luego en GOOGLE PLAY BOOKS.

Un riojano esperanzado.

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